COSITA

No sé. Quizá sea una locura. Tal vez una irresponsabilidad. Quién sabe si puede ser una insensatez, por mi parte. Confieso que es la primera vez que me atrevo a algo así, pero me apetece. Podría escribirle al viento, a la lluvia, a las olas del mar o a la luna, rebuscando un final en verso para cada frase, pero no… Hoy no busco adornar las palabras. Hoy no pretendo, que este manojo de líneas brille, ni que este puñado de letras resplandezca, porque por mucho que me esforzase en hacer de este escrito algo maravilloso, nunca conseguiría que deslumbrara más que aquella “Cosita”, a quien va dirigido.

Carta a una “Cosita”

Hola “Cosita”. Perdona que no te llame por tu nombre, pero es que aún lo desconozco. Sé que estás, porque hay secretos que no se pueden guardar, porque no caben en la caja blindada del corazón. Sé que estás, porque unos ojos delatan tu presencia, con su alegría. Sé que estás, porque haces que “ella y él” estén exultantes.
Esta es una experiencia nueva para mí. Es la primera vez que escribo a alguien como tú, que sin estar presente, es capaz de transmitir ilusión i alegría a toda una familia.
 “Cosita”, yo podía empezar deseándote suerte pero, sinceramente, creo que estás bien servid@, porque estar haciendo la pretemporada en ese hotelito donde te hospedas, es todo un privilegio. Aprovéchalo, porque unas vacaciones como esas solo se presentan una vez en la vida. Una vez sales por la recepción, ya no puedes volver entrar. Por cierto “Cosita”, antes de salir, acuérdate de coger un pan y ponértelo debajo del brazo.
Después, una vez abandones el hotelito, todo es diferente. Observarás que lo primero que hacen es cogerte por los pies y ponerte cabeza abajo, al tiempo que te dan unos azotes, para que llores. Sí, sí… así se empieza a vivir. Verás, también, cómo te llevan delante de un señor, todo vestido de verde, con su bata, su gorro, su tapaboca, como si fuera un médico, pero con la cara blanca y los ojos desencajados, recuperándose de un inoportuno mareo. “Cosita”, ese…, sí señor, ese es tu padre. Luego, eso sí, viene el premio. Sin perder mucho tiempo, te llevarán a uno de los lugares más maravillosos de cuantos puedas estar a lo largo de tu vida. Los brazos de tu madre. De ella recibirás el abrazo más tierno y con más amor que jamás te puedan dar. De ella recibirás la mirada, todavía incrédula, de sus ojos humedecidos por la felicidad y la alegría. Mirará tu carita redonda, mirará tus ojitos intentando adivinar el color, tus puñitos cerrados y tu naricita respingona, y pasará su mano por tu cabecita intentando peinar tu pelo, y en ese instante tú le dedicarás una sonrisa, la primera, y ella, tu madre, quizá suelte unas lágrimas, pero no sufras “Cosita” porque serán lágrimas de alegría. Luego tu felicidad y la suya se fusionaran en el momento en que te amamante por primera vez. Y cuando enganchad@ a su pecho, tomes tu primer alimento, levantarás la vista y quizá se te escape de nuevo otra sonrisa al pensar: Esta…, sí señor, esta es mi madre. Y sin saberlo, te habrás sentido orgullos@ de ella, por primera vez.
 “Cosita”, te esperamos, pero no tengas prisa. Tomate tu tiempo.
Ah¡¡¡ Una última cosa. Sé que, desde donde estás, tienes comunicación directa con tu padre y con tu madre. Quiero pedirte un favor: Felicítalos, de mi parte.
Y para ti, una caricia.
Muchas gracias "Cosita".